lunes, abril 15, 2024
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Una experiencia sobre el ejercicio de la Comunicación y el Periodismo.

Por JM Alarcón

Ejercí mi profesión tanto en la radio como en la televisión.

Ocupé todos los cargos que existían dentro de las organizaciones empresariales que contrataban periodistas, desde la reportaría hasta la dirección de informativos. Tuve también la oportunidad de compartir el conocimiento y la experiencia como profesor de periodismo y decano de Comunicación e Información.

Eran empresas distintas, sus propietarios fueron profesionales forjados en los medios y en muchos casos periodistas que resultaban favorecidos en licitaciones muy competidas y no siempre tan trasparentes como parecían.

Así se pagaron muchos favores políticos y se cobraron sin piedad malquerencias políticas, económicas e ideológicas.

Ejercimos profesionalmente bajo la influencia del Frente Nacional pactado por liberales y conservadores, que incluyo acuerdos para el manejo de los medios de comunicación electrónicos, mediante concesiones hábilmente calculadas y repartidas. Los privilegios así conseguidos se mantienen para sus beneficiarios, herederos o empresarios nacionales y extranjeros que se apropiaron de emisoras de radio, programadoras y canales de televisión.

En el ejercicio periodístico de la época, las reglas eran claras. La información estaba separada de la opinión y tanto la una como la otra del poder económico. La información se expresaba en noticias, la opinión en editoriales y el mercadeo en pauta. Los jefes de redacción, los directores y los gerentes fueron en la mayoría de los casos celosos guardianes de estos preceptos.

Las fuentes eran solo eso, fuentes. En el encuentro informativo el respeto era mutuo por la calidad tanto de la información entregada como por la versión publicada. Era un ejercicio de confianza.

La reserva de la fuente era la excepción. Habitualmente la fuente no tenía problema en que su identidad fuera revelada y asumían con responsabilidad las consecuencias de sus datos o afirmaciones. Los funcionarios públicos se expresaban en Boletines de Prensa, que los periodistas confrontaban y validaban con otras fuentes.

Para ejercer su independencia los periodistas guardaban rigurosa distancia con las fuentes, que en algunos casos procuraban seducirlos.

Quienes caían en sus redes se convertían en lagartos de coctel, tramitadores de pauta oficial y usufructuarios de beneficios no reportados.

Con la desprofesionalización del ejercicio del periodismo, el control de los medios lo asumieron empresarios, políticos y funcionarios públicos con su propia agenda de poder.

El modelo cambio. A las nuevas empresas llegaron atraídos por dinero y privilegios destacados comunicadores a quienes con el correr de los días les hicieron sentir el poder de la economía y la política para arrodillarlos informativamente haciéndoles creer y se lo creyeron que estaban haciendo periodismo. Algunos no dieron su brazo a torcer. Otros fueron acallados.

En otros casos los empresarios, políticos y funcionarios públicos decidieron asumir ellos mismos como periodistas o presentadores de TV sin ningún recato ni responsabilidad.

A la crisis de hoy llegamos, por la debilidad de algunos, que no distinguen entre la información, la opinión y el mercadeo, que se entregaron al poder político y económico y que dieron paso a un nuevo modelo empresarial en los medios de comunicación que permitió que los antiguos” lagartos de coctel” se conviertan en “influenciadores de pacotilla”.

Bogotá, agosto de la pandemia.

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