Por Valerie Lafont*
El primer domingo de Adviento, instalaron un árbol de Navidad frente a la academia de lucha húngara István Kozma, en el sur de Budapest, en solidaridad con la ciudad francesa de Burdeos, en vista de que el alcalde de Burdeos, de extrema izquierda, prohibió que el tradicional árbol de Navidad fuera erigido en la plaza principal de esa ciudad.
El líder del grupo parlamentario húngaro Fidesz, Máté Kocsis, dijo que era indescriptible e inaceptable que precisamente aquellos que siempre hablan de tolerancia y aceptación vengan a prohibir los símbolos cristianos. Según el diputado húngaro, es probable que pronto las naciones que consideran la Navidad como una fiesta importante sean una minoría. “Es surrealista y, al mismo tiempo, es un honor erigir un árbol de Navidad aquí en solidaridad con una ciudad francesa. Nunca en los últimos treinta años hubiéramos creído, aquí en Europa Central, experimentar esto”, dijo Zsolt Bayer, el célebre periodista cercano a Viktor Orbán. “Incluso en los días del comunismo, no atacaron el árbol de Navidad. Hablaban de la fiesta del árbol en lugar de Navidad y de Mikulás en lugar de Papá Noel, pero el árbol nunca fue amenazado ni prohibido, agrega. Sabemos exactamente lo que ocurre cuando unos iluminados que pretenden cambiar el mundo intentan cambiar nuestras vidas y borrar todas las tradiciones de la faz de la tierra”.
El publicista Zsolt Bayer agregó que este árbol envía, desde Budapest, un mensaje a todos los franceses que se dan cuenta de que les están borrando sus tradiciones. El mensaje es: ustedes no están solos, todos los años habrá aquí un árbol para ustedes hasta que Burdeos destituya a su alcalde iluminado y transformador del mundo, hasta que Burdeos recupere su Navidad.
Según Máté Kocsis, un pequeño árbol en Budapest no ayudará en sí a la situación de los cristianos en Burdeos, por supuesto, pero el símbolo es fuerte y enfatiza que todavía hay lugares en Europa donde no debemos tener miedo por ser cristianos.
Traducido por Colombian News
