viernes, abril 19, 2024

Los medios y Trump

Por: Yolanda Ruiz

Me sorprende la certeza de los opinadores en Twitter para aplaudir o condenar la decisión de las cadenas de televisión que cortaron la intervención de Donald Trump cuando denunciaba fraude sin presentar las pruebas. No es sencillo porque hay muchos elementos de fondo para considerar. Lo primero, por supuesto, es que el papel de los medios es informar y siempre estar en la búsqueda de la verdad que suele ser esquiva y está cargada de matices porque hay hechos que tienen más de una manera de ser mirados. Buscar la verdad es el objetivo y no es tan simple como muchos creen.

Importante también decir que cuando se trata de decisiones éticas y editoriales tampoco la realidad es en blanco y negro ni tan simple como decir: “saque del aire a quien miente”. Una de las tareas más complejas del periodismo, cuando se hace con responsabilidad, es verificar la información que se publica. En un meme que circula desde hace meses en redes se dice que si una persona dice que llueve y otra dice que no, la labor del periodista no es contar lo que dice cada uno sino abrir la ventana y ver si está lloviendo. Efectivamente hay noticias que se pueden verificar con el testimonio directo porque las vemos y las escuchamos. Otras, la mayoría, vienen derivadas de fuentes directas o indirectas y ahí es cuando el trabajo del periodista se hace más importante: confirmar si lo que dice una fuente es real o no, entender el contexto en el que se dieron hechos, indagar y tratar de acercarse lo más posible a la verdad. Las versiones que resultan verdades a medias y que ocultan más de lo que dicen son muy frecuentes.

En el contexto de la noticia de las elecciones en Estados Unidos hay varios elementos: Trump es el presidente de Estados Unidos y una de las partes de una contienda electoral. Lo que diga sobre los comicios cuando pasan las horas sin que se defina ganador es noticia, sin duda. Mucho más si decide desconocer el resultado y utilizar recursos legales para impugnarlo. También se debe tener en cuenta que es el mismo presidente que ha mostrado una gran capacidad de tergiversar la realidad y a quien en el pasado varios medios de comunicación le han probado mentiras ¿Eso significa que al denunciar un fraude estaba mintiendo? No lo sé. Hasta donde hemos conocido Trump no presentó evidencias del fraude y eso es importante. ¿Tenían los colegas en Estados Unidos los elementos para afirmar que estaba mintiendo y no hubo fraude? No lo sé porque ver desde la distancia no nos permite conocer el detalle. Es posible que las fuentes que ellos tenían en los distintos estados les permitiera tener esa claridad.

Ante las distintas dudas aquí estamos ante una decisión editorial y, seguramente en algunos casos, también política. Sacar del aire a una de las partes de la contienda electoral porque hay dudas sobre la veracidad de lo que dice es una decisión de fondo porque el periodista puede decidir hacerlo siguiendo la tarea fundamental que nos rige: la búsqueda de la verdad. Ante la duda abstenerse. Otro periodista puede pensar que si no está claro si hubo o no hubo fraude es su deber informar sobre la denuncia que hace el presidente porque es una noticia de interés fundamental de la que no podemos privar a la audiencia que debe saber lo que está pasando y no es de poca monta que el presidente que aspira a un segundo mandato diga que hubo fraude.
Un ingrediente para tomar en cuenta es que la prensa por definición debe ser un contra-poder y debe ejercer veeduría constante sobre quienes tienen ese poder en lo público y en lo privado. En Estados Unidos la prensa ha cumplido su papel y en el gobierno de Trump esta relación ha escalado un nivel porque el presidente declaró enemigos a los periodistas. Es de manual del populista denigrar de la prensa y declararse perseguido porque eso da puntos en la masa cuando los medios se asocian a poderes económicos.

El fenómeno Trump ha puesto a la prensa en Estados Unidos a reflexionar mucho sobre el papel que los medios cumplen en la sociedad y cómo se debe abordar el cubrimiento de estos personajes que retan la democracia. En los análisis los colegas se preguntan si no fueron idiotas útiles en la primera campaña con todo el despliegue que dieron a sus insultos, a las frases efectistas y los mensajes agresivos que dan tanto raiting y clics en la era digital. Los populistas de izquierda y de derecha suelen ser magos en el manejo de las comunicaciones. Tenemos varios ejemplos cercanos. Algunos medios, que desde hace tiempo se mueven como la jauría detrás de un hueso, buscan la emotividad y terminan perdiendo el norte de los debates sin medir las consecuencias de las decisiones que se toman al calor de las tendencias en redes. ¿Quiénes tienen más eco en los medios? Por regla general los que más gritan y pelean. Vale entender también que a ellos se llega porque las mayorías consumen prioritariamente esos contenidos. Un círculo vicioso nefasto.

¿Ayudaron los medios a construir el fenómeno Trump? Posiblemente sí. ¿Nos corresponde a los medios frenar a esos personajes? ¿Debemos levantar una bandera política para decir quién es bueno y quién es malo? ¿Es eso una posición editorial o una posición política? Creo que ante cualquier duda siempre la respuesta es una sola: hacer buen periodismo. Y el buen periodismo va al fondo, entiende que debe prestar un servicio a la sociedad, que su labor va más allá de sus preferencias políticas, que no hay objetividad ni neutralidad cuando hay valores de fondo, pero sí debe haber responsabilidad cuando se informa. No nos debemos a nosotros mismos ni a aquello en lo que creemos. Nos debemos a lo que la sociedad necesita saber.

Me han preguntado mucho cuál habría sido mi decisión. Primero digo que el contexto es todo para tomar una decisión y no conozco toda la información que tienen los colegas que han estado cubriendo de cerca las elecciones y el gobierno Trump. Tampoco creo en fórmulas mágicas para aplicar en todos los casos. Aún así, luego de muchas horas de pensar y dudar, con lo que se conoce y en las circunstancias precisas de la incertidumbre electoral creo que hubiera dejado la intervención de Trump porque era un noticia importante que la sociedad debía conocer. Luego hubiera hecho un pronunciamiento editorial subrayando la gravedad de los hechos dado que el presidente no había presentado evidencias para afirmar que había fraude.

El debate sobre cómo debemos actuar los periodistas pensando en el interés de la sociedad va mucho más allá, no ha terminado y es bueno que lo estemos dando.

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