Dos semanas antes de lo previsto, Empresas Públicas de Medellín decidió comenzar el desmonte de los alumbrados de la ciudad, los mismos que estaban programados para estar encendidos hasta el 30 de enero para evitar aglomeraciones y permitir que los medellinenses y turistas, disfrutaran del espectáculo de luces, con “diablo” incluido.
Los 12 mil millones de pesos invertidos, solo pudieron ser vistos por 154 mil personas en las dos semanas que duraron encendidos. Los alumbrados fueron encendidos el 5 de diciembre y fueron apagados el 21, es decir, solo 16 días, es decir a razón de 750 millones de pesos día y 78 mil pesos aproximadamente por cada persona que los visitó; lo que ya son los cálculos de las veedurías y organizaciones que elevarán la queja a la procuraduría y la contraloría, por lo que dicen, se configura en un delito grave de detrimento patrimonial.
Los alumbrados de Medellín, para los que EPM ahora emplea a más de 70 personas en su desmontaje y que tardará una duración de hasta 40 días de trabajo; iniciaron “maldecidos” por la polémica. Días antes a ser encendidos, se desató el escándalo por la inclusión en los motivos “navideños” de varios diablos, entre ellos, el de Riosucio, generando molestia entre los ciudadanos que no encontraban correspondencia ni relación de la figura maligna con el espíritu de la navidad.
El grito en el cielo lo pusieron los ciudadanos del común y por supuesto, también los grupos religiosos. La indignación creció tanto, que el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, tuvo que activar su comité de comunicaciones para poder dar explicaciones ante los medios locales y nacionales señalando que el motivo temático de este año eran los carnavales paganos del país que no se habían podido realizar por el Covid, por lo que se quería hacer un homenaje.
No se sabe que fue peor, si la presencia del “diablo” o la explicación del alcalde, pues contrario a lo que se pensaría, los ciudadanos quedaron mucho mas molestos, pues consideraron que los carnavales paganos, nada tenían que ver con la navidad.
En algún momento del debate, y todo esto antes de ser prendido el alumbrado durante el mes de noviembre pasado, el diablo fue guardado y daba la idea de un aparente triunfo de los críticos, pero la cuenta de Twitter del Alcalde, comenzó a echar fuego nuevamente con el “diablo” anunciando que este iba porque iba en los alumbrados.
El 5 de diciembre se encendieron los alumbrados y ese mismo día, un colectivo satánico compuesto en su mayoría por mujeres, hicieron una especie de invocación, adoración y aquelarre al rededor del “diablo”, fue cuando los grupos religiosos hicieron desde rosarios hasta manifestaciones en contra del Lucifer de Riosucio.
Los alumbrados comenzaron a ser visitados y pese a las advertencias de los exhaustivos controles para evitar aglomeraciones, amenaza de vigilancia con cámaras de seguridad, prohibiciones de chivas, estacionamientos y hasta ventas ambulantes; no se pudo controlar. Los alumbrados en los 16 días fueron visitados en promedio por 10 mil personas diarias. Luego los hospitales estuvieron a reventar.
A la falta de control en la bioseguridad y de las aglomeraciones de los alumbrados, se sumó la permisibilidad del alcalde a favor de manifestantes y vándalos que se también hicieron aglomeraciones a comienzos de diciembre y ni que decir de la fumatón de marihuana que terminó con una multitudinaria fiesta y donde los marihuaneros cannabicoides no usaron tapabocas, porque como se fuma con el artilugio de bioseguridad.
Los hospitales mostraron su sensible crecimiento de casos de contagios y fue cuando el 21 de diciembre por orden improvisada del alcalde, se determinó que los alumbrados se suspendían hasta el puente de reyes, igual se dijo que no había problema porque irían hasta final de enero y se volverían a encender.
La ciudad fue encerrada los fines de semana de Navidad, Fin de Año y Reyes y los niveles de contagio, en vez de rebajar, crecieron y con ellos la ocupación hospitalaria. A medida del paso de los días, el alcalde Quintero siguió tomando medidas restrictivas, unas de su propia cosecha, otras apoyadas en la Gobernación o el Ministerio de Salud y la última, tras un pataleo y riña con los demás alcaldes metropolitanos y previas llamadas al Gobierno Nacional, impuesta a última hora.
Sin que nadie volviera a hablar de los alumbrados y con la fecha de que estos igual estarían hasta el fin de enero con la esperanza de volver a encenderse, los ciudadanos percibieron en algunos lugares de la ciudad, que habían operarios estaban comenzando a desmotarlos.
Al preguntar a EPM por esto, confirmaron que la orden es iniciar el desmonte y con ello mantener apagada la esperanza de los 12 mil millones de pesos que, dicen los usuarios, saben que encenderán los bolsillos cuando les toque pagar los alumbrados que no fueron, en la factura de los servicios públicos y sobre lo que le han hecho múltiples memes en redes sociales.
Es así como a los alumbrados más polémicos de la historia de Medellín, los alumbrados de Daniel Quintero, se los llevó el “diablo” y ahora son los organismos de control, los que tienen la misión de investigar el detrimento patrimonial por una inversión tan cuestionada por los tiempos de pandemia que corren, como los invertidos en La Feria de las Flores, el Festival Altavoz y otras multimillonarias “inversiones” que los medellinenses vieron despilfarrar.
